LA PERSISTENCIA DE LA MEMORIA.
La persistencia de la memoria.
Obra de Salvador Dalí.
Un toro masturba su inconsciente solitario.
La langosta vestida de Gala
besa su reloj chorreante de 7 menos cinco.
Dos ausentes presentes.
Duro y blando.
Las cucarachas de Port Lligat
lejos del mar de mujer de roca madura
veneran a los dioses de la lenta satisfacción.
Serán las únicas que los sobrevivan
cuando todo termine en calas,
después de la persistencia de la memoria.
viernes, 28 de agosto de 2009
jueves, 20 de agosto de 2009
Dulce sueño mío
DULCE SUEÑO MÍO
Todo se ha ido esfumando.
De repente ha pasado el mundo
en su carroza de espejismo,
el mundo que ha cegado nuestros ojos.
El cielo está ahora gris de nubes tormentosas.
El ruiseñor bosteza
y trece rosas rojas
duermen
el infinito ensueño
de la resurrección.
La luna aletarga esta noche
con su tibieza de ángeles.
Presiento el paraíso
como una despedida de solteros,
donde bailamos juntos
y embriagados
la milonga del rastro perdido,
hasta que la aurora remonte el vuelo
del torvo amanecer.
La quemadura del tiempo
deshabitado y baldío,
angustia a quienes no han podido
subrayar el estribillo
con cuchillo de plata.
Nos vamos, ruinoso sueño mío,
¡Las horas que gastamos
sacando punta al lápiz!
La bruma, atribulado sueño mío.
Las tinieblas, el caos, la linterna,
el estereotipo de las escaleras.
El cochero está batiendo palmas
La puerta, entreabierta,
No te alcanzo, perfumado sueño,
engañoso sueño,
la herrumbre de la aldaba,
el lagrimal herido, la cerradura rota
la zona escampada entre difuminados ocres,
las líneas paralelas, los relinchos lejanos.
Nos vamos,
dulce sueño mío.
Acaso
nos volveremos a ver
en un cruce de sórdidos andenes.
Todo se ha ido esfumando.
De repente ha pasado el mundo
en su carroza de espejismo,
el mundo que ha cegado nuestros ojos.
El cielo está ahora gris de nubes tormentosas.
El ruiseñor bosteza
y trece rosas rojas
duermen
el infinito ensueño
de la resurrección.
La luna aletarga esta noche
con su tibieza de ángeles.
Presiento el paraíso
como una despedida de solteros,
donde bailamos juntos
y embriagados
la milonga del rastro perdido,
hasta que la aurora remonte el vuelo
del torvo amanecer.
La quemadura del tiempo
deshabitado y baldío,
angustia a quienes no han podido
subrayar el estribillo
con cuchillo de plata.
Nos vamos, ruinoso sueño mío,
¡Las horas que gastamos
sacando punta al lápiz!
La bruma, atribulado sueño mío.
Las tinieblas, el caos, la linterna,
el estereotipo de las escaleras.
El cochero está batiendo palmas
La puerta, entreabierta,
No te alcanzo, perfumado sueño,
engañoso sueño,
la herrumbre de la aldaba,
el lagrimal herido, la cerradura rota
la zona escampada entre difuminados ocres,
las líneas paralelas, los relinchos lejanos.
Nos vamos,
dulce sueño mío.
Acaso
nos volveremos a ver
en un cruce de sórdidos andenes.
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